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Click para ver más grande Estás leyendo parte de la revista de Enero de 1962
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Igor Sikorsky, nacido en Rusia en 1889, comenzó a diseñar y construir máquinas voladoras desde muy corta edad. Llegó a los Estados Unidos en 1919 y desde entonces se ha dedicado a desarrollar aviones y helicópteros, y también a organizar una compañía de aviación, de la cual es consultor Igor Sikorsky
El Momento Culminante Por Igor Sikorsky
DESDE LOS PRIMEROS días de mis actividades en la aviación, tenía dos grandes ambiciones. Una era crear un helicóptero que funcionara. La otra era diseñar un aeroplano grande con una cabina cerrada y varios motores. Ambas ideas eran consideradas imposibles durante los primeros días de la aviación.
En septiembre de 1912 logré convencer a la gerencia de la compañía Russian Baltic que autorizara la construcci6n de un aeroplano grande, dotado de cuatro motores. La aeronave fue diseñada y construida, a pesar de numerosas dificultades; sin embargo, la opinión general era que nunca podría volar. Tenía yo confianza en la máquina, pero todavía esperé con gran interés a que se realizaran las pruebas del avión que había diseñado y que proyectaba conducir yo mismo durante las pruebas.
Ese momento llegó el día 13 de mayo de 1913, cuando ordené que el Grand, nombre que se le dio al avión, fuera sacado de su hangar para que, por primera vez, se hiciera despegar del suelo. Me encontraba yo sentado en la cabina cerrada, a una altura bastante considerable del suelo. Como el viento no me azotaba la cara, sentí que la aeronave aceleraba con excesiva lentitud; sin embargo, el hecho de que los alerones y elevadores comenzaran a funcionar me indicó que la máquina ganaba velocidad. Finalmente, cesaron todos los impactos bajo las ruedas y vi a la Tierra apartándose gradualmente. El avión que diseñé se encontraba ya en el aire. ¡Estaba yo volando!
La sensación que produce el volar en una cabina cerrada, sin que el viento le azote a uno el rostro, y el bello espectáculo que podía contemplar a traves de las ventanillas eran algo singular y sumamente placentero. Durante unos cuantos momentos experimenté la intensa satisfacción, que proporciona el éxito, sentí haber compensado todo el duro trabajo, los grandes costos y la confianza que se había depositado en mí. Luego tuve que prestar toda la atención debida para familiarizarme rápidamente con las reacciones de la máquina a sus controles. Tenía el avión varias características completamente nuevas, tales como su gran tamaño, su gran peso, la cabina cerrada y el efecto de cuatro motores instalados a lo largo de las alas, en vez de un solo motor colocado en el centro.
En vuelos posteriores permanecí en el aire hasta por una hora y 50 minutos, estableciendo así varias marcas mundiales. El avión dio prueba de poder volar, aun con uno de sus motores descompuesto. La cabina cerrada ofrecía mayor comodidad a los pasajeros y mayor conveniencia al piloto y al navegante.
Esto confirmó plenamente nuestras esperanzas de que llegaría a alcanzar éxito el primer aeroplano de cuatro motores, el cual se convirtió luego en el precursor de los grandes aviones transcontinentales que forman la columna vertebral del transporte rápido a través del globo terráqueo.
Igor Sikorsky

Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 30 - Enero-Febrero 1962 - Número 1-2



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Idea original de Mi Mecánica Popular por: Ricardo Cabrera Oettinghaus