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A la Caza de Tesoros
Por Jean Lovetang
Los artículos de metal, a flor de tierra o enterrados, sean valiosos o menos desperdicios, hacen que los detectores electrónicos, como este modelo "Garret Master Hunter", produzcan ruidos
Los artículos de metal, a flor de tierra o enterrados, sean valiosos o menos desperdicios, hacen que los detectores electrónicos, como este modelo "Garret Master Hunter", produzcan ruidos
LOS BUSCADORES de tesoros de hoy no se asemejan en nada a esos desaliñados personajes de antes que vemos en las películas. La mayoría de ellos es gente común y corriente que para fines de diversión principalmente, llevan consigo aparatos localizadores electrónicos cuando salen de excursión al campo.

      La búsqueda de tesoros con detectores electrónicos de metales no sólo es una gran diversión sino que puede ser muy lucrativa. En los "rastros" o mercados de artículos viejos puede uno encontrar una profusión de artículos localizados con estos aparatos electrónicos: armas de fuego, botones, llaves, hierros para marcar ganado, cartuchos de municiones, cañones, medallas, monedas de oro y de plata, viejos clavos de cabeza cuadrada, etc. Pero lo que más busca la gente son las monedas antiguas. Hasta las monedas modernas más comunes valen por lo menos lo que indica su denominación, mientras que las monedas antiguas pueden valer muchísimo más.

       Tampoco hay que viajar muy lejos 'para dedicarse a la búsqueda de tesoros. Hasta, en el propio jardín de su casa puede usted encontrar tesoros ocultos.

       Y se trata de una afición en la cual pueden participar todos los miembros de la familia: Los detectores de metales son tan sencillos que cualquier niño capaz de alzar uno de ellos puede utilizarlo sin problema alguno.

       Su casa, especialmente si es antigua, puede ser un buen sitio donde localizar tesoros ocultos. Tras las paredes, bajo los cimientos y hasta en el interior de las barandillas de las escaleras puede haber escondites de artículos valiosos. En los garajes, las escaleras, las áreas bajo los árboles y cualquier otro sitio donde se hayan sentado o hayan trabajado personas puede haber tesoros ocultos que varían desde viejas monedas hasta un destornillador que se perdió hace 10 años.

       Los parques y las playas también son lugares propicios para localizar monedas antiguas. Pero, a no ser que silencie usted los sonidos del detector con audífonos, todos en su derredor podrán saber con exactitud dónde ha encontrado algo. Además. estos ruidos pueden molestar a otras personas. Es por esto que en muchos parques y playas se prohíbe el uso de detectores de tesoros. Otra razón por la cual se prohíbe su empleo es que muchos dejan huecos en el suelo al cavar la tierra.

       Los hallazgos más grandes son los de aquéllos que dedican un poco de tiempo a investigar antes de dedicarse a la búsqueda.. Tal como lo dijo un veterano en estos menesteres, "todos los veranos salgo en busca de monedas de oro. Y siempre localizo algunas de ellas. Sé dónde se encuentran, ya que me paso el invierno haciendo investigaciones mediante la revisión de documentos, etc. En 2 1/2 meses del verano pasado localicé monedas con un valor de 17.000 dólares. "¿Y qué es lo que se investiga ? Sitios donde se libraron batallas en tiempos pasados y antiguos campamentos militares, mercados, poblaciones abandonadas, escondites de bandidos -cualquier lugar donde ha habido gente, ha trabajado gente o donde la gente haya gastado o escondido dinero.

       Y los escondites pueden ocultar grandes tesoros. Mucho antes de que los agricultores pudieran viajar a la población principal con facilidad y antes de que los bancos gozaran de seguros, aquéllos ocultaban sus ahorros en huecos abiertos en postes. La muerte sorprendía a muchas de estas personas antes de poder informar a sus herederos dónde se encontraban los escondites. También muchos ocultaban tesoros bajo árboles y plantas, cuya apariencia cambiaba con las estaciones del año, no pudiéndose identificar fácilmente después. Estos "bancos" particulares no constituyen ninguna rareza. Bill Masso, gran aficionado a la búsqueda de tesoros en Minnesota, manifiesta la siguiente: "Sé personalmente que durante los últimos cinco años se han encontrado 217.000 dólares en Minnesota. Puede uno estar seguro de que hay un promedio de 1,6 escondites por cada 640 acres (259 ha) de terreno".

       Aún hoy se oculta dinero -especialmente dinero robado o ingresos no declarados a las autoridades- en escondites clandestinos. Cierta autoridad federal dice que, si tuviera todo el dinero envuelto y oculto con lámina de aluminio, podría comprarse para sí mismo el estado de Illinois.

       Aunque los billetes no son de metal, puede uno localizarlos junto con monedas y hasta lingotes de oro. Con gran frecuencia se entierra papel moneda en latas de metal para su protección. No todos los hallazgos son de dinero, claro está, ni tampoco son de antigüedades valiosas; A menudo la búsqueda de tesoros se limita a una sana diversión. Bob Barnes, de Oklahoma City, por ejemplo, utilizó detectores para "encontrar" a su familia de nuevo: "Solía jugar al golf tres o cuatro veces por semana, cosa que desagradaba a mi mujer ya mis hijos. Ahora, todos salimos a buscar botellas juntos".

       "Trabajo durante el día, por lo que mi mujer Marie efectúa investigaciones en su tiempo libre durante el día. Pero se trata de una afición que comparte toda la familia. Cada uno de nosotros, incluyendo nuestros tres hijos, tiene su detector de metales. Sin saberlo, todos nos interesamos en la localización de botellas viejas".

       Las botellas, al igual que el papel moneda, deben localizarse indirectamente, usualmente mediante desperdicios de metal mezclados con ellas.

       Hasta las botellas tienen un valor para los coleccionistas. Los frascos de frutas de color ámbar, por ejemplo, tienen un precio que varía de 25 a 100 dólares, dependiendo de su condición. Un frasco de color azul, del tipo empleado hace muchos años, hace poco se vendió por una suma de 1000 dólares.

       También se usan los detectores de metal para fines más prácticos. A diario se emplean para localizar tubos enterrados (los instaladores de tubos de plástico frecuentemente dejan piezas de metal en cada junta, en caso de que sea necesario localizar los tubos después), llaves de automóviles perdidas en medio de la maleza y hasta pequeñas partículas de metal introducidas en las fibras de las alfombras.

       Los detectores de metal varían en precio, desde alrededor de 40 hasta 600 dólares. Esta diferencia de precio también guarda relación con la notable variación de características y de rendimiento, aunque no se garantiza ningún rendimiento específico de ninguno de los aparatos. No se trata de ningún truco de los fabricantes, sin embargo. Como las condiciones del suelo varían tanto, ningún fabricante puede garantizar el tamaño de un objeto localizado a una profundidad dada. Por lo general, mientras más grande es el objeto, mayor es la profundidad a la cual se puede localizar; y los objetos que se han enterrado durante mucho tiempo a menudo son más fáciles de localizar, debido a que su metal se ha corroído y regado en la tierra que los rodea, presentando un blanco de mayor extensión.

       El tamaño de la bobina de localización también tiene mucho que ver con la eficiencia del aparato. Las bobinas de tamaño grande penetran a una profundidad mayor, pero las bobinas pequeñas pueden localizar objetos superficiales de dimensiones reducidas, tales como monedas, que pasan por alto las bobinas grandes. Muchos detectores tienen bobinas intercambiables de diversos tamaños, que vienen con el aparato o que se ofrecen como accesorios optativos, para adaptar fácilmente los detectores a la localización de cualquier tipo de tesoros que busca uno. Hasta existen bobinas a prueba de agua para búsquedas subacuáticas.

       Casi todos los detectores, excepto los de precio más barato, tienen tres métodos para indicar cuándo han hecho un hallazgo: Un altavoz, un clavijero de audífono (el cual desconecta al altavoz) y un medidor (que proporciona una mejor indicación del tamaño y la profundidad del hallazgo).

       Es posible que los altavoces sean más cómodos que los audífonos, pero es preferible utilizar estos últimos cuando hay personas cerca: No sólo contribuyen a guardar en secreto su hallazgo (los expertos en la materia hablan a sus anchas sobre sus hallazgos, pero nunca dicen donde han dado con ellos), sino que también eliminan los ruidos que impiden escuchar señales débiles. w que escucha uno depende del tipo de instrumento que se tiene: Oscilador de Frecuencia Heterodina (OFH) o Transmisor-Receptor (TR), también conocido como Aparato de Equilibrio de Inducción (Ii).
El tamaño de la bobina es importante: Cuando son pequeñas localizan con facilidad artículos pequeños entre A y B. Las grandes pueden localizar objetos de tamaño mayor a una profundidad superior (C), pero no localizan los artículos pequeños. Los sistemas con bobinas dobles, permiten comparar las señales de una bobina grande y otra pequeña para determinar tamaño y profundidad de un objeto cualquiera       Los osciladores de metales de tipo OFH tienen dos osciladores que se golpean entre sí. Lo que escucha uno son dos frecuencias: Un lento sonido ronco o un tono bajo cuando no hay ningún material metálico. Pero cuando se aproxima el detector a una pieza de metal, se desequilibra uno de los dos osciladores, cambiando su frecuencia y produciendo un tono más agudo o más bajo.

       Con un detector de TR no escucha uno nada sino hasta localizar algo -entonces se escucha un tono que se vuelve más fuerte con la intensidad de la señal. El tono proviene de un diminuto transmisor de baja frecuencia y se escucha en un receptor integrante. Pero el receptor está equilibrado para no captar ninguna señal hasta que el metal localizado desequilibra la señal. Cuando ocurre esto, escucha uno el tono.

       Los detectores TR cuestan más que los de tipo OFH, pero muchos principiantes alegan que su uso resulta más fácil: La diferencia entre el silencio y la señal es más pronunciada que la diferencia entre un tono bajo y un tono ligeramente más fuerte. Los tipos TR también son más sensibles, más fáciles de sintonizar y su sintonización es más estable {aunque requieren una sintonización mayor al cambiar las condiciones del suelo) y reaccionan con mayor rapidez, siendo menos posible que deje uno de escuchar una señal. y un tamaño dado de bobina reacciona a una variedad mayor de tamaños de objetos.

       Pero los tipos OFH, una vez que aprende uno a utilizarlos, también ofrecen sus ventajas. Los cambios pequeños en los tonos de la señal son más fáciles de escuchar de parte de la mayoría de las personas que los cambios igualmente pequeños en el volumen de la señal. La sonda de un detector OFH es sensible a todo su ancho, mientras que la sonda TR generalmente tiene un área sensible más pequeña; significa ésto que un detector OFH puede cubrir un área dada con menos pasadas. Algunas personas creen que es más fácil determinar lo que obtiene uno con un aparato OFH. Algunos nuevos aparatos OFH hasta diferencian objetos valiosos como monedas de articulos menos valiosos como tapas de botellas y latas vacías. Pero estos aparatos OFH de tipo discriminatorio tienen tres desventajas: No son tan sensibles como los aparatos OFH o TR de alta calidad, cuestan más que éstos y dejan de localizar alrededor de un 5 por ciento de artículos valiosos que podría encontrar un detector de tipo no discriminatorio. Sin embargo, el tiempo que se ahorra dejando de desenterrar artículos metálicos sin ningún valor compensa de sobra la pérdida ocasional de un anillo enchapado o un brazalete de malla de alambre.
El tamaño de la bobina es importante: Cuando son pequeñas localizan con facilidad artículos pequeños entre A y B. Las grandes pueden localizar objetos de tamaño mayor a una profundidad superior (C), pero no localizan los artículos pequeños. Los sistemas con bobinas dobles, permiten comparar las señales de una bobina grande y otra pequeña para determinar tamaño y profundidad de un objeto cualquiera

Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 29 - Enero 1976 - Número 1



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Idea original de Mi Mecánica Popular por: Ricardo Cabrera Oettinghaus